Devocional Diario: Llenos de ira - ¡Qué contraste! Esteban, lleno del Espíritu Santo y ellos, llenos de ira.

Devocional Miércoles 19 de Octubre de 2011


Llenos de ira

Ora

Ayúdame a no perder la esperanza de ver tu gloria como la vio Esteban.

Lee

¡Qué contraste! Esteban, lleno del Espíritu Santo y ellos, llenos de ira.

Hechos 7.54-8.3

Esteban muere apedreado

54 Al escuchar esto, los de la Junta Suprema se enfurecieron mucho contra Esteban. 55 Pero como Esteban tenía el poder del Espíritu Santo, miró al cielo y vio a Dios en todo su poder. Al lado derecho de Dios estaba Jesús, de pie. 56 Entonces Esteban dijo: «Veo el cielo abierto. Y veo también a Jesús, el Hijo del hombre, de pie en el lugar de honor.»
57 Los de la Junta Suprema se taparon los oídos y gritaron. Luego todos juntos atacaron a Esteban, 58 lo arrastraron fuera de la ciudad, y empezaron a apedrearlo. Los que lo habían acusado falsamente se quitaron sus mantos, y los dejaron a los pies de un joven llamado Saulo. 59 Mientras le tiraban piedras, Esteban oraba así: «Señor Jesús, recíbeme en el cielo.» 60 Luego cayó de rodillas y gritó con todas sus fuerzas: «Señor, no los castigues por este pecado que cometen conmigo.»
Y con estas palabras en sus labios, murió.
8
1-2 Saulo vio cómo mataban a Esteban, y le pareció muy bien.
Más tarde, unos hombres que amaban mucho al Señor recogieron el cuerpo de Esteban, lo enterraron, y durante varios días lloraron su muerte.

La iglesia empieza a sufrir

A partir de ese día, mucha gente comenzó a maltratar a los seguidores de Jesús que vivían en Jerusalén. Por eso todos tuvieron que separarse y huir a las regiones de Judea y de Samaria. Solamente los apóstoles se quedaron en Jerusalén.
3 Mientras tanto, Saulo seguía maltratando a los miembros de la iglesia. Entraba a las casas, sacaba por la fuerza a hombres y mujeres, y los encerraba en la cárcel.

Medita

¡Qué horrible es la ira del hombre! El creyente debe ser tardo para airarse, porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios (Stg. 1.19-20). Pablo nos dice con referencia al enojo: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” (Ef. 4.31-32)
En el pasaje de hoy es claro en qué puede terminar la ira, en la muerte. Si somos personas iracundas y llegamos a reconocerlo y lo confesamos ante la cruz, Dios nos perdonará, nos liberará y nos sanará y nos dará mansedumbre. No sólo eso, sino que también sanará a quienes nos rodean.
“Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios…” (55). Nosotros también, si seguimos el ejemplo de Esteban, no perderemos la esperanza de la gloria de Dios. La muerte de Esteban nos recuerda mucho a la muerte de Cristo. Pidió de rodillas a Dios que recibiera su espíritu y perdonó a quienes lo atacaban.
Por último, no olvidemos a Saulo, perseguidor de la iglesia, cómo Dios lo perdonó y lo usó grandemente hasta llegar a ser un apóstol de Cristo. ¡Y qué apóstol! También nos puede usar a nosotros grandemente cuando nos rendimos a él y ponemos a su disposición todo lo que somos y lo que tenemos.

Aplica

¿Te consideras una persona iracunda? ¿Cómo sueles reaccionar cuando te sientes agredido? ¿Te es difícil olvidar las faltas de otros contra ti? Perdona como Dios te perdonó a ti. Si sufres de ira o cualquier otra maledicencia, llévalo en oración al Señor, él te perdonará y sanará.

Ora

Señor, hoy te agradezco que por tu amor hayas perdonado mis pecados.
Encuentro con Dios
Unión Bíblica
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